Cómo construir un adiós (M.G.)

Ayer cerramos con llave nuestra casa del adiós.

Construimos una despedida libre de las fisuras del pasado. Levantamos paredes con lo que no pudo ser y las ventanas, los huecos de las promesas que no cumplí (que bien elegiste las cortinas).

No sabíamos que de tanto hablar nos volveríamos carpinteros de palabras. Con la madera de tu voz y la mía hicimos la mesa, las sillas el mate y la cama. Y tampoco advertimos cómo los abrazos cristalizarían las lágrimas lloradas para volverlas techo.



Un día cavé la tierra.

Podría haber sido una tumba. El mundo es un cementerio de amores muertos y condenados al olvido.

Un día cavé la tierra. Pero vos decidiste plantar ahí los cimientos. Y los años del amor se hicieron las rocas firmes que hoy sostienen la casa.

Una casa del adiós.

No habitaremos este lugar. Ayer lo cerramos y partimos la llave en pedacitos para que el viento se los lleve.

Adiós, me dijiste.

Adiós.

Marcelo Guerrero

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